lunes, 27 de septiembre de 2010

53 DE CRETA AL PELOPONESO

232 millas a nuestro destino, Kalamatta, con dos islas de por medio, la pequeña ANTIKITHIRA y KITHIRA, del tamaño de Menorca con 3000 habitantes.
Dejamos Creta y en una agradable travesía, llegamos al pequeñísimo puerto de POTAMOS, en la isla Antikithira, el pueblo contaba con dos pequeñas tabernas y unos 80 habitantes, pedimos para cenar y sin ningún problema, siempre tienen algo, sacaron una mesa en medio de la calle, nos sentamos y al poco comienzan a llegar más habitantes, la mitad del pueblo, con POPE incluido, portando ollas y fuentes, sacaron mesas y se dispusieron a cenar, lo hacen muy a menudo, nos pusieron nuestra cena y de la otra mesa nos pasaban algunas de sus viandas, el vino y el thispuro (aguardiente) no faltaron. AL llegar al barco algunos se bañaron y yo al día siguiente me prometí hacer algo de RAMADAN.
Zarpamos con rumbo a la isla de Kithira, entrando en el puerto de KAPSALI, turístico y tranquilo. Los chicos alquilaron unas motos y dieron un paseo por la isla, de una orografía muy marcada y por fin, una cena abordo.
Y ya de aquí cruzamos al Peloponeso, entrando en la preciosa bahía de PORTO KAYIO, donde cenamos un magnifico y sabrosísimo mero a la brasa. Por la mañana nos desplazamos al centro de la bahía para bañarnos en el centro del cono de un volcán sumergido (que sube desde más de 45 metros a 4 metros de profundidad)
Nuestra siguiente parada fue en la bahía de YEROLIMERA, fondeamos en su pequeña rada y bajamos a cenar, por fin cenaron la reclamada langosta, yo sigo con mi ramadán, cero alcohol, nada de marisco y poco comer.
Nuestra última noche fue en LIMENI. En esta bahía no están acostumbrados a ver yates y menos en esta época. Largamos ancla y la línea de tierra a la propia taberna, con una considerable expectación de clientes. Fuimos bien recibidos, y la tripulación se tomó unas cuantas cervecitas amen de las que invito el tabernero. Para la cena, un mero que pasaba de los dos kilos, preparado en una deliciosa sopa. Sabrosísimo el mero¡
El mar se fue encabritando y el tabernero nos invitó a dos botellas más de vino.
Llego el momento de volver al barco, nos separan unos treinta metros desde la taberna al barco. Este daba verdaderos saltos, con algunas olas de casi un metro. Todos los clientes atentos al espectáculo del traslado, una pequeña odisea en subir y bajar de la neumática, dos viajes y sin ningún percance. Aplaudieron con el desembarco de las niñas.
Ya que el personal le apetecía ver un amanecer, a las 5 AM, levamos ancla y con muy poco viento hicimos esta última travesía de 16 millas a KALAMATTA, donde se desembarcaron después de una merienda-cena, ahora a seguir por el oeste del Peloponeso y en espera de las próximas visitas.
Pica 53

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bien viven los ricos...

Pablo Conde.